— Tengo un mal presentimiento acerca de esto —refunfuñé en voz alta.
Liam se giró y me sonrió estúpidamente mientras continuaba forcejeando la cerradura.
— No sonrías, mierda, estas cosas no se hacen.
Él paró su trabajo y me agarró de los hombros.
— Cálmate Wen, no sucederá nada.
Me tapé los ojos con ambas manos mientras escuchaba el metálico sonido del forcejeo y me estremecí cuando escuché un "click".
— ¿Vienes, o te quedas? —susurró Liam mientras atravesaba la puerta.
Inconscientemente me agarré de su brazo antes de que él se desvaneciera en la oscuridad de la noche.
Corrimos, corrimos demasiado, mis pulmones rogaban por aire pero él sólo me arrastraba entre árboles, ramas caídas, rocas empinadas y la oscuridad casi absoluta. La luna permanecía oculta entre una densa nube de niebla dándole a la escena un toque demasiado terrorífico, por lo que sólo me enfoqué en Liam, y su ancha espalda mientras corría esquivando con agilidad todo aquello que yo no podía.
Resbalé en el barro cientos de veces, pero ninguna caí, lo único que provocó que Liam dejara de correr y se diera cuenta que me arrastraba fue una rama golpeándome fuertemente en la cabeza.
Gemí de dolor y él se acercó rápidamente a buscar la herida.
— ¿Estás bien? -preguntó preocupado.
— Sí —logré decir antes de desplomarme en el suelo al intentar dar un paso.
— Mentirosa —intentó sonreír mientras se sentaba a mi lado.
— Sólo estoy mareada —me excusé
Él suspiró de cansancio.
— Lo siento, creo que me sobrepasé arrastrándote de aquella manera, pero debemos alejarnos lo más que podíamos, es una oportunidad única.
Su entusiasmo me hizo sentir débil.
— Lo sé, deberías continuar tú.
Liam parpadeó sin creerlo.
— ¿Estás de broma?
— ¿Por qué lo estaría? Sólo, es demasiado para mí, creo que debería volver ahora...
— Llamaremos el lunes, lo prometí.
— Mi madre se preocupará.
— Tu madre nunca se preocupa por tí —escupió.
— Tu padre se preocupará —susurré aguantando las lágrimas.
Liam enfureció.
— ¡Mierda, Wendy! —exclamó asustándome —, sabes perfectamente desde que nuestros padres se casaron ya no son los mismos. Ni tu madre, ni mi padre, yo sólo quiero un poco de paz, y lo conseguiré sólo. O contigo si quieres acompañarme.
— Estoy asustada —murmuré mientras dejaba las lágrimas caer.
Los minutos pasaban en silencio. Un silencio donde sólo se escuchaban mis sollozos.
— Sigo sin entender por qué mierda vivimos en esa terrorífica casa del demonio —exclamó Liam mientras observaba la niebla del cielo.
— No es tan terrorífica de día.
— ¿Siempre la defenderás, verdad? —dijo enojado.
— Esa casa siempre fue de mi familia, mis abuelos, mis bisabuelos...
— Sí, si, podrían modernizarse, ¿no crees?
Dejé de mirarlo a él para acariciar mi cabeza.
— ¿Te duele mucho?
— No.
Se paró de un golpe y me tendió la mano.
— Deja de ser tan dura, vamos.
Suspiré y tomé su mano.
Me sostuvo por la cintura mientras caminábamos fuera del denso e interminable bosque de nuestro "patio trasero" hasta que llegamos finalmente a la calle.
Miré mi reloj, 4.58 am, no faltaba mucho para el amanecer, Liam se dirigió hacia la parada de autobús y se quedó ahí. ¿De verdad lo haría?
— Deja de llorar —me pidió.
Toqué mis mejillas y las sentí húmedas.
— Estoy bien.
— Deja de decir que estás bien cuando no lo estás. No sabía que te afectaría tanto alejarte de nuestros padres.
— No me afecta alejarme de ellos, me duele dejar todo lo que quiero aquí.
— ¿Todo lo que quieres? ¿Tus cosas?
— Mis amigos —dije cortante.
Él frunció el ceño.
— Harás nuevos amigos en donde iremos.
— ¿Y si no?
— Lo harás.
Toqué mi frente y me senté en el banco. A esa hora no era muy recurrente que un bus viniera por nosotros. Pero al parecer Liam sabía más que yo.
— Sé que somos mejores amigos antes de ser hermanastros Wen, y te quiero, quiero que me apoyes en esto —me pidió dulcemente.
- Haré lo que pueda.
Un ruido de bus nos alertó. Liam observó detenidamente y se giró hacia mí pensante.
— ¿Confías en mí?
Asentí sin dudarlo.
— ¿Me quieres?
Parpadeé sorprendida pero contesté:
— Claro que te quiero.
— No de ese modo —susurró antes de acercarse.
Y me besó. Para mi sorpresa y confusión me besó con todo el amor del mundo. Y yo sólo me quedé ahí, sin saber que hacer.
El bus frenó frente a nosotros
— Sube —me indicó algo decepcionado.
Supe que había sido porque no le había correspondido, pero mierda, me gustaba.
Me hice espacio entre la gente y me senté al lado de la ventana, quería ese asiento antes que Liam lo ganara. Pero mi segunda sorpresa de la noche fue cuando él apareció del otro lado de la ventanilla del bus, con lágrimas en sus mejillas para gritarme:
— Baja cuando llegue a la colina, dos cuadras a la derecha y estarás en casa.
Creo que pude escuchar un "Te amo" antes de que el bus arrancara, pero no estoy muy segura de eso. Como tampoco estaba segura si volvería a verlo de nuevo, o si me extrañaría todo lo que yo lo extraño ahora.