— ¿Estás segura? —pregunté por novena vez.
Courtney se limitó a asentir nuevamente, dándole otro sorbo a su café. ¡A la mierda su café, el tema de conversación era más importante!
Miré con odio su taza y ella pareció comprender mi estado de ánimo ya que la dejó rápidamente sobre la mesa. Maldita sea, ya era hora. Hace más de cuarenta y cinco minutos que me tenía sentada en ese estúpido bar, y el tipo que tecleaba en su laptop como loco no ayudaba a mi poca paciencia. ¿Que no podía hacer eso en su casa?
—Tranquilízate Helen, yo sólo te digo todo lo que sé —respondió ella algo asustada por mis reacciones.
Fruncí el ceño cuando noté que me había llamado por mi nombre, cosa que particularmente odiaba, casi tanto como el idiota que andaba cantando por ahí que eramos "novios". Que asco, otro loco obsesionado que rechazar. ¿Que los tipos no se dan cuenta cuando los ignoro?, ¿Hoy en día un "Vete a la mierda" es un "Casémonos"?. Por todos mis rayos.
—No puedo creer que tenga la puta dignidad de presentarse como algo mío adelante de todo el instituto, recuérdame que debo cortársela cuando lo vea. Aunque creo perfectamente poder acordarme. Ese idiota no volverá a molestarme.
Me acomodé difícilmente en aquella silla de madera que aplanaba cruelmente mi trasero y tiré mi cabeza hacia atrás. Desvié la vista hacia el aburrido techo del café y suspiré audiblemente. Odiaba la frustración. Odiaba a ese tipo.
—Estás algo descolocada hoy, Hells. Pero cuenta con que te ayudaré a vengarte de él.
Le sonreí y ella me guiñó. Era algo común, indicaba que el pacto contra aquél idiota había comenzado. Y por nuestra suerte, mi mente macabra comenzaba a imaginar todas las crueldades que podrían llegar a tocarle a ese idiota.
—Podríamos comenzar con algo sencillo —Barajé
Ella rió brutalmente, provocando que por fin el idiota del teclado despegara sus dedos para voltearse a verla. Su mirada era profunda, como si quisiera que ella dejara de reir como posesa, cosa que a mi totalmente me divertía. Era algo muy común en ella, la hacía más auténtica.
Aún recuerdo todas aquellas veces en las cuales sólo conmigo riéndose del sonido de su risa y con ella riéndose de mí, podríamos tentarnos hasta llorar. Pasamos vacaciones enteras de esa forma. Y de alguna u otra manera, terminabamos siempre golpeándonos las unas a las otras tiradas en el parqué de mi casa. Vaya veranos...
Verano del 2007, Conecticutt, California.
— Tan solo mírale —me insistió Courtney
Por acto reflejo y de rebeldía giré mi cabeza hacia el lado contrario donde se encontraba aquél idiota. Ella rodó los ojos bufando.
— Es guapo, bueno, veamos, no es Corey Taylor, ni se acerca a Billie Joe, pero está bueno...
Calló al notar mi mirada repulsiva sobre ella.
— Lo siento "señorita ninguno está bueno para mí", pero odio cuando te pones en perra.
Mis hormonas se revolucionaron al oirla insultarme, era algo normal, pero no estaba de humor, claro que no lo estaba. Mi cumpleaños número catorce había sido una mierda y encima tuve que soportar notas de un admirador secreto. ¡En mi puta vida le hablé a los niños y ahora soportaba sus acosos! maldito sea el que inventó el género masculino.
La campana que anunciaba el comienzo de la segunda hora de clases sonó y me apresuré a levantarme del cesped del instituto. Suspiré audiblemente encabronada y caminé hacia la clase de álgebra con la idiota de Courtney pisandome los putos talones.